Inversión térmica
La inversión térmica es un proceso natural que afecta a la circulación del aire en las capas bajas de la atmósfera. Aunque por sí sola no representa un riesgo para la salud, aumenta los efectos de la contaminación atmosférica.
El aire se mueve constantemente y las capas que lo forman suelen ordenarse por su temperatura, con las más frías circulando en la parte alta de la atmósfera y las más calientes, abajo.
Cuando ese ciclo de movimiento se interrumpe, se forma una capa de aire frío que queda inmóvil sobre el suelo e impide la circulación atmosférica. Este fenómeno –llamado inversión térmica– se produce con más frecuencia en las noches despejadas de invierno, cuando el suelo ha perdido calor por radiación y las capas de aire cercanas a él se enfrían más rápido que las capas superiores.
Cuando el aire se mueve con normalidad hace circular grandes cantidades de polvo, humo y partículas suspendidas, eliminando la contaminación y limpiando la atmósfera de manera natural. Por eso, cuando la inversión térmica inmoviliza las capas inferiores cercanas al suelo sobre una ciudad, quedan atrapados los contaminantes suspendidos y la población se expone a respirar un aire más contaminado de lo normal.
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Normalmente el aire se mueve en la atmósfera y las capas se ordenan por temperaturas. Gracias a este movimiento, se disipan los contaminantes. En noches de invierno, el suelo se enfría más rápido que el aire y se forma una capa de aire frío por debajo de otra más caliente. Esto se llama inversión térmica. En esta situación, las capas de aire no se mezclan y la contaminación se concentra sobre la población. Por la mañana, el sol calienta la capa de aire frío y se restablece la circulación normal, ayudando a la dispersión de la contaminación. |